domingo, 6 de noviembre de 2011





EL DESAFÍO: SER UN CIUDADANO CRISTIANO
Lic. Roberto Parada R.  Misionero en Ambato, Ecuador (095632178)

                                                                                               
EN SUDAMÉRICA AL CONSIDERAR LA ACTUAL REALIDAD ECONÓMICO, SOCIAL Y POLÍTICA RESULTA UN VERDADERO DESAFÍO EL SER “UN CIUDADANO CRISTIANO”.

CIUDADANO CRISTIANO:
1.1.          Es una actitud de compromiso ante Dios para que nuestra fe se vea a través de nuestras obras como está expresado en Santiago 2.14-18.
¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: «Tengo fe», si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe?
Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario,
y alguno de vosotros les dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos», pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta.
Y al contrario, alguno podrá decir: «¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi 

1.2.          Lo primero que debemos tener en cuenta es que los cristianos prestemos obediencia a los mandatarios y leyes por causa de la conciencia (Romanos 13:1-8; Tito 3:1).

"Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas.  Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación. Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella,  pues es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues ministro es de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo.  Por tanto, es necesario someterse, no sólo por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.  Pues por esto también pagáis impuestos, porque los gobernantes son servidores de Dios, dedicados precisamente a esto.  Pagad a todos lo que debáis; al que impuesto, impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor. 8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido la ley".  Romanos 13:1-8

 "Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra". Tito 3:1

1.3.                   Por lo tanto, es nuestra obligación el cumplir con las leyes y el estar al día con los impuestos y cuentas, sin deber nada a nadie.
Esta actitud de obediencia es fundamental para estar a cuenta en nuestra condición de Ciudadanos Cristianos.

2.  AHORA BIEN, SABIENDO DE NUESTRO DEBER DE SER OBEDIENTES Y RESPETUOSOS CON NUESTRAS AUTORIDADES, ESTO NO IMPLICA QUE DEBAMOS SER CÓMPLICES DEL GOBERNANTE CORRUPTO E INSENSATO.

2.1.                   Esto tampoco nos habilita para difamar ni a levantar falso testimonio contra ninguna autoridad, tampoco a tomar actitudes de rebeldía ni violencia contra el gobernante corrompido.
2.2.               Es bueno recordar que nuestra lucha no es contra carne ni sangre y que por lo tanto en ocasiones de enfrentamiento contra injusticias debemos vestirnos de “toda la armadura de Dios”, ceñidos con la verdad, vestidos con la justicia y calzados con el evangelio de la paz (Efesios 6:10-20)

Solo con la asistencia del Espíritu Santo y la Palabra de Dios podemos enfrentar victoriosos a las múltiples expresiones del pecado en el mundo de hoy.  Nuestra victoria no es nuestra por nosotros sino por el poder de Dios. Pero definitivamente debemos enfrentar las injusticias, porque el silencio y la pasividad nos transforma en cómplices del pecado. 
     Acaso ¿podemos mantenernos pasivos y callados frente al hambre de muchos miles de personas, frente a la desnutrición, desprecio y desatención?

Históricamente está demostrado que ninguna revolución, sea esta armada o no, amparadas por cualquier ideología, ha dejado otro rédito mayor que un sinnúmero de muertes, y que, jamás ha significado solución definitiva: Un sistema político-social-económico. Al igual que las guerras, estas revoluciones, además de miles de muertes han traído solo cambios beneficiosos para algunos, y perjuicios para muchos. 
     ¿Si estas revoluciones hubieran sido realmente justas, estaría el mundo como está?


Por citar solo algunos ejemplos:
*  La Revolución Francesa destituyó a la monarquía con un alto costo de vidas humanas, pero no solucionó la debacle social y económica de la Francia del siglo XVIII.
*  La Revolución Bolchevique fue proclamada como la gran solución política para el siglo XX y sin embargo no llegó a la centuria de vigencia carcomida por la decadencia y la corrupción.
*  El proclamado triunfo del capitalismo y liberalismo no libró a sus países de los altos índices de indigencia y desigualdades sociales.
*  La Revolución cubana, que trajo consigo una notable práctica del sentido de la igualdad social y económica. Sin embargo llevó a un país entero a la pobreza generalizada y a generar el tristemente célebre “turismo sexual”.
*  Y últimamente brotó una frase de la mente de quien no se sabe, y que algunos han tratado de explicar sin conseguirlo, la frase: El Socialismo del Siglo XXI

CONCLUYO DICIENDO QUE:

Hay mucho por hacer:
Niños que mueren de hambre, hombres y mujeres con sus necesidades elementales insatisfechas. Hay mucho terreno para comprometernos en el nombre de nuestro Señor Jesús.

Hacen falta profesionales cristianos en lugares estratégicos en cada país, Políticos, jueces, abogados, médicos, docentes y trabajadores en cada área de nuestra vida cotidiana que sirva de testimonio vivo de la justicia de Dios como único camino a la salvación. Es hora de comprometernos, desde nuestro lugar de trabajo, desde nuestros hogares, desde el núcleo familiar, vecinal y social.

Dios quiere una nación justa, con gobernantes justos, y estos saldrán de un pueblo justo.
“Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella” (Deuteronomio 4:5).                                                                                    El llamado de nuestro Señor está hecho, no miremos para otro lado, es a nosotros a quienes nos llama, y espera nuestra respuesta.


CONCLUSIÓN:
El Señor nos compromete a ser ciudadanos cristianos y por lo tanto, testimonio vivo de la gloria y del poder de Dios. Como expresa La Biblia en Mateo 5:14-16, “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se la ponen dentro de un cajón, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. 


Amigos.  La tarea pendiente es: SER CIUDADANOS CRISTIANOS, EN TODO EL SENTIDO DE LA PALABRA.



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