domingo, 11 de marzo de 2012



AFINA TU VIOLÍN LOS DOMINGOS A LAS 9:00 am.
 "DISCIPULADO" VEN A LA IGLESIA BAUTISTA "PALABRA ETERNA"                                                                                                    Ps. Roberto Parada R. 0995632178 paradaroberto@hotmail.com 
Un hombre reflejaba la derrota, y en su forma de actuar la mediocridad total.
ESTE HOMBRE, SUCIO, MALOLIENTE, TOCABA UN VIEJO VIOLÍN. En el suelo estaba su gorro, esperaba que alguien le arrojara algunas monedas para llevar a casa.
El hombre trataba sacar una melodía, pero era del todo imposible identificarla debido a lo desafinado del instrumento, y a la forma aburrida de tocar.
UN FAMOSO CONCERTISTA, que con su esposa y unos amigos salía de un teatro, pasó frente al mendigo musical. Todos arrugaron la cara al oír aquellos feos sonidos.
La esposa le pidió, al concertista, que tocara algo. El hombre echó una mirada a las pocas monedas en el interior de la gorra del mendigo, y decidió hacer algo.
LE SOLICITÓ EL VIOLÍN. Y el mendigo-músico se lo prestó con cierto recelo.
Lo primero que hizo el concertista fue afinar sus cuerdas. Y entonces, con gran clase y maestría arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento.
Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y  la gorra se llenó no solamente de monedas, sino de muchos billetes de todas las denominaciones. Mientras el maestro sacaba una melodía tras otra, con tanta alegría.  El mendigo-músico estaba feliz de ver lo que ocurría y daba gritos de contento, y repetía orgulloso a todos: “¡¡Ese es mi violín!!. Lo cual, por supuesto, era cierto.

AMIGOS: La vida nos da a todos “un violín” Son los conocimientos, habilidades y nuestras actitudes. Y tenemos libertad absoluta de tocar “ese violín” como nos plazca.    Sé nos ha dicho que Dios nos concede libre albedrío, es decir, la facultad de decidir lo que haremos de nuestra vida. Y esto, claro, es tanto un maravilloso derecho, como  una formidable responsabilidad.
Algunos por flojera, ni siquiera afinan el violín no perciben que en el mundo del Siglo XXI,  hay que prepararse, aprender, desarrollar habilidades y mejorar cada día, si hemos de ejecutar un buen concierto. …Pretenden un gorro lleno de dinero, y lo que entregan es una fea melodía que no gusta a nadie.
Esa es la gente que hace su trabajo mal y creen que los demás tienen la obligación de pagar por su pésima ejecución, cubriendo sus necesidades.  ES LA GENTE QUE PIENSA SOLAMENTE EN SUS DERECHOS, Y NO EN SUS OBLIGACIONES.
La verdad, por dura que pueda parecernos, es otra.  TÚ Y YO, TENEMOS QUE APRENDER TARDE O TEMPRANO, QUE LOS MEJORES LUGARES SON PARA AQUELLOS QUE NO SOLAMENTE AFINAN BIEN SU VIOLÍN, SINO QUE APRENDEN CON EL TIEMPO TAMBIÉN A TOCARLO CON MAESTRÍA.
Por eso debemos hacer bien nuestro trabajo diario, sea cual sea. Y aspirar siempre a prepararnos para ser capaces de realizar otras cosas que nos gustarían.
LA HISTORIA ESTÁ LLENA DE EJEMPLOS DE GENTE QUE CON DIFICULTADES, LLEGÓ A SER UN CONCERTISTA CON ESE VIOLÍN QUE ES LA VIDA. Y también, por desgracia, otros, que teniendo grandes oportunidades, decidieron con ese violín ser mendigos musicales.
La verdad es que Dios nos concedió “libre albedrío”. Tú puedes hacer algo grande de tu vida, o hacer de ella algo mediocre. Esa es tu decisión personal.
LO NEGATIVO: Negarnos a afinar bien nuestro violín de la vida. Y quejarnos de que la gente no disfrute la melodía que sacamos de él.
LO POSITIVO: Comprender que, nos guste o no, solamente prosperaremos si afinamos bien ese violín, y aprendemos a sacar de él las mejores melodías. COLOSENSES 3:23 “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; COLOSENSES 3:17 "Y todo lo que hacéis, sea de palabra, ó de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias á Dios Padre por él."











sábado, 25 de febrero de 2012



TODA FE VERDADERA NACE DE INTIMIDAD CON CRISTO.
Iglesia Bautista "Palabra Eterna" Ambato - Ecuador.   Pst. Roberto Parada R.
En efecto, si tu fe no sale de tu intimidad con Cristo, no es fe a los ojos de Dios.
Tema: “TU FE VERDADERA, DEBE NACER  DE TU INTIMIDAD QUE TENGAS CON CRISTO.  MENOS QUE ESO NO ES FE”                                                                                Texto: Lucas 18:8   El Señor Jesús dice en Lucas 18:8: “….Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” ¿Que dijo Jesús con esto? Mientras observo la iglesia de Jesucristo hoy en día, pienso que ninguna otra generación ha estado tan centrada en la fe como la nuestra.  En todas partes la gente habla de fe. En Predicaciones. Aquí en Ecuador se promueven conferencias acerca de la fe. Libros sobre el tema, muchos cristianos son entusiasmados por un mensaje acerca de la fe.
Hoy, existen, como nunca antes en la historia, efervescencia de predicaciones sobre fe, instrucción de fe, movimientos de fe, hasta iglesias de fe. Existe un tipo de especialización sobre el asunto de la fe. Sin embargo, lo que la mayoría de las personas consideran como fe. Es una fe corrompida.
Hoy, se ha humanizado totalmente  el tema de la fe. Se describe la fe como si tan solo existiera para ganancia personal. He escuchado a algunos pastores decir, “La fe no es acerca de pedirle a Dios lo que necesitas. Es acerca de pedirle lo que sueñas. Si lo puedes soñar, lo puedes tener.”  La fe que estos hombres predican está atada a la tierra, arraigado en este mundo, es una fe materialista.   Oran, más o menos así, “Señor, bendíceme, prospérame, dame.” No considera las necesidades de un mundo perdido. Esta clase de fe no es la que Dios está deseando de nosotros.
Hay una doctrina de fe equivocada hoy en día. Esta doctrina afirma que los creyentes más santos son aquellos que han “trabajado su fe” para obtener una vida cómoda para sí mismos. Según esta doctrina, las personas que debemos imitar son aquellas personas que prosperan económicamente.  ESTO ES UNA HEREJÍA ABSOLUTA.  Eso simplemente no es el evangelio de Jesucristo.
“…NO OBSTANTE, CUANDO VENGA EL HIJO DEL HOMBRE, ¿ENCONTRARÁ FE EN LA TIERRA?” (Lucas 18:8).
El mensaje de hoy no es acerca de predicadores de la prosperidad. Es acerca de aquellos que aman a Jesús, y quieren vivir por fe en una forma que le agrada a Dios. Y es este: toda fe verdadera nace de intimidad con Cristo. En efecto, si tu fe no sale de esa intimidad, no es fe a los ojos de Dios.
Hebreos 11 habla de un patrón Bíblico de intimidad.
Cuando Ud. lee Heb. 11, encuentra algo en común en las vidas de las personas que se mencionan allí. Cada uno tenía la característica particular de la fe que Dios ama. La fe de ellos nace de una intimidad profunda con el Señor Jesucristo.
Es imposible tener una fe que agrada a Dios sin tener intimidad con él. ¿Que quiero decir con intimidad? Estoy hablando de una cercanía al Señor. Esta clase de intimidad es un vínculo personal, una comunión. Viene cuando deseamos al Señor más que cualquier otra cosa en esta vida.
Miremos tan solo Cuatro ejemplos de siervos llenos de fe que caminaron cerca de Dios, en Hebreos 11:
1. Nuestro primer ejemplo es Abel,  Hebreos 11:4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella” Abel tuvo que construir un altar al Señor, en el lugar donde hacia sus sacrificios. Abel no ofrecía tan solo corderos sin mancha para el sacrificio, sino que también la grosura de esos corderos. La Biblia dicen: (Gen. 4:4). “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas.                                              Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 
Pongamos atención a lo que significa la grosura aquí,  Levítico dice lo siguiente, “Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda es de ofrenda que se quema en olor grato a Jehová; toda la grosura es de Jehová. (Lev. 3:16). En resumen, la grosura en comida para Dios.
La grosura era la parte del sacrificio que hacia ascender un aroma dulce. Esta parte del animal se encendía rápidamente y era consumido, trayendo un aroma dulce. El Señor dijo acerca de la grosura, “Éste será un estatuto perpetuo para los descendientes de ustedes, dondequiera que habiten: No se comerán la grasa ni la sangre.” (3:17). La grosura es del Señor.
“Es una comida, una ofrenda presentada por fuego de aroma grato. Toda la grasa pertenece al Señor.” (Levítico 3:16).
Aquí la grosura es como un tipo de oración o comunión que es aceptable a Dios. Representa nuestro ministerio al Señor en la habitación secreta de oración. Y el Señor mismo dice que tal adoración íntima sube a él como un aroma de dulce sabor.
La primera vez que la Biblia trata de este tipo de adoración en la Biblia es con referencia a Abel. Abel permitió que el sacrificio y la grosura fueran consumidos en el altar del Señor. Él esperó en la presencia de Dios hasta que su sacrificio subió al cielo.  Por esta razón Abel aparece en la lista de la sala de la fe en Hebreos 11.                                                                                                                                                                           Abel es el tipo de siervo que está en comunión con el Señor, ofreciéndole a él lo mejor que tiene.  Heb. dice que, el ejemplo de Abel vive hoy como testimonio de una fe viviente y verdadera: “…estando muerto, todavía habla.” (Hebreos 11:4). “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”.
¿De que manera obtuvo Abel esta fe? Abel escucho a sus padres Adán y Eva hablar de sus primeros días en el jardín con el Señor. Sin duda, ellos hablaban de sus tiempos de comunión maravillosa con Dios.
Abel escuchaba estas historias. Probablemente, pensó, “Que maravilloso debió ser. Mi padre y mi madre tuvieron una relación viva con el Creador mismo.”
Mientras Abel les escuchaba, quizás tomo una decisión en su corazón: No viviría de la historia de sus padres. No se podía conformar con una tradición. Necesitaba tener su propia experiencia con Dios.
No quería escuchar acerca de experiencias pasadas con el Señor. Quería conocerlo por sí mismo. Queria una relación con él, tener compañerismo y comunión con él.
Esta es la misma clase de “grosura” que debemos ofrecerle a Dios hoy. Como Abel, debemos darle lo mejor de nuestro tiempo al Señor Jesús, en nuestro tiempo de oración a solas con El. Debemos pasar suficiente tiempo en su presencia, permitiéndole que consuma nuestras ofrendas de adoración y compañerismo íntimo.
Comparemos la ofrenda de Abel con la de su hermano, Caín. Caín le llevó fruta al Señor, una ofrenda que no requería un altar. No hubo grosura, ni aceite, nada para ser consumido. Como resultado, no hubo aroma que subiera al cielo. En otras palabras, no hubo intimidad, ningún intercambio personal entre Caín y el Señor. Caín llevó un sacrificio que no requería que el se quedara en la presencia de Dios, buscando su compañerismo. Por esta razón las escrituras dicen que la ofrenda de Abel fue, “más excelente” que la de Caín.
Ahora bien, pero no se equivoque: Dios honró el sacrificio que Caín le llevo. Pero el Señor mira el corazón, y él sabía que Caín no anhelaba estar en su presencia. Eso estaba claro por el sacrificio que Caín escogió para ofrecerle.
Caín representa a muchos cristianos en la actualidad. Creyentes que van a la iglesia cada semana, adorando a Dios y pidiéndole que les bendiga y prospere, que Dios les conteste sus oraciones,  Pero ellos no tienen deseos por intimidad con el Señor, no desean una relación personal con él. No buscan su rostro, su cercanía, ni añoran su comunión. Como Caín, no tienen deseos de quedarse en su presencia.
En cambio, el siervo intimo y fiel busca el toque de Dios en su vida. Como Abel, no se conformara con menos. Se dice a sí mismo, “He determinado darle al Señor todo el tiempo que él requiera de mí en compañerismo. Ansío escuchar su voz hablándome. Así que me voy a quedar en su presencia hasta que él me diga que está satisfecho.”
2. ENOC también tuvo compañerismo con el Señor. Su comunión con Dios fue tan intima, que le trasladó a la gloria mucho antes que su vida terminado en la tierra.  (Hebreos 11:5).”Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”.
¿Por que el Señor escogió llevarse a Enoc? El inicio del versículo dicen porque: fue a causa de su fe. Además, la frase final dice que la fe de Enoc agradó a Dios.  Enoc tuvo comunión cercana con el Señor más que cualquier ser humano. Y este compañerismo íntimo era agradable a Dios.
La Biblia dice que Enoc comenzó a caminar con el Señor después que engendro a su hijo, Matusalén. Enoc tenía sesenta y cinco años en ese tiempo. Enoc, entonces pasó los próximos 300 años compartiendo con Dios íntimamente. Hebreos aclara que Enoc estaba tan en contacto con el Padre, tan cerca de él durante horas de comunión, que Dios decidió llevarlo a casa con él. El Señor le dijo a Enoc: “Para mas intimidad contigo, tengo que traerte a mi lado.” Así que Dios se lo llevo al cielo.
Según la Biblia, la intimidad de Enoc agrado a Dios. Nosotros sabemos que este hombre nunca hizo un milagro, nunca escribió una teología profunda, y nunca hizo grandes obras dignas de ser mencionadas en la Biblia. Leemos esta simple descripción de la vida de este fiel hombre: “ENOC CAMINÓ CON DIOS.” Enoc tuvo comunión intima con el Padre. Y su vida es aun otro testimonio de lo que significa caminar verdaderamente en fe.
3. Otro ejemplo: NOE caminó en fe, cercano con Dios. Hebreos 11:7 dice: “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe”. 
Génesis 6:8, dice que: “Más Noé halló gracia ante los ojos del Señor.” (Gen. 6:8). El próximo verso nos dice como él encontró gracia: “…Noé andaba con Dios” (6:9). Noe conocía la voz de Dios. Cada vez que el Señor le hablaba, él obedecía. Una y otra vez leemos, “Entonces Dios dijo a Noé…” y “…Noé hizo conforme a todo lo que el Señor le había mandado.” (Ver 6:13, 22; v13: “Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. Y el v. 22 dice: “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.7:1, 5;  7:1 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. 7:5 “E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová”.  8:15, 18 8:15 “Entonces habló Dios a Noé, diciendo:
8:18 “Entonces salió Noé, y sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos con él”. 
Imagínese el tiempo que Noé pasaba a solas con Dios. Él tenía que recibir instrucciones detalladas del Señor acerca de cómo construir el arca. Sin embargo, la intimidad de Noé con Dios fue más allá.  Las Escrituras dicen que el Señor compartió su corazón con Noé, le mostró la maldad de los corazones humanos. Y él le reveló sus planes a Noé para el futuro de la humanidad.
4. ABRAHÁN TAMBIÉN COMPARTIÓ UN COMPAÑERISMO ÍNTIMO CON EL SEÑOR.    
Dios mismo describió su relación con este hombre: “…Abrahán, mi amigo” (Is. 41:8). De igual manera, el Nuevo Testamento nos dice, “Creyó Abraham a Dios…” “…y fue llamado amigo de Dios.” (Stgo. 2:23).  Que increíble y hermoso elogio, ser llamado el amigo de Dios. El Creador del universo llamó a un hombre su amigo, esto sucedió con Abrahán. Esto demuestra la gran intimidad de Abraham este con Dios.                                              
El resultado de la intimidad con Dios no es tan Solo un afecto por el Señor,
Sino que también una creciente Separación de este mundo.
 Esto significa que mientras más cerca estemos de Cristo, más grande será nuestro deseo de vivir totalmente en su presencia. Además, comenzamos a ver más claramente que Jesús es nuestro único y verdadero fundamento.
La Biblia nos dice de Abrahám, “porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos 11:10). Para Abrahám, nada en esta vida era permanente. Las Escrituras dicen que el mundo era “un lugar extraño” para él. No era un lugar donde echar raíces.
Abrahán no era un místico con aires de santidad y que vivía en una nube. Abraham vivió una vida sencilla, involucrado en los asuntos del mundo, él era dueño de miles de cabezas de ganado. Tenía suficientes sirvientes como para formar un pequeño ejército. Abrahán fue un hombre muy ocupado, dirigía a sus sirvientes y compraba y vendía ganado, ovejas y chivos.
 A pesar de sus muchos asuntos de negocios y responsabilidades, Abrahán encontraba tiempo para tener intimidad con el Señor. Y por eso, estaba cada vez más insatisfecho con este mundo. Abrahán era rico, prospero, con suficientes cosas buenas para mantenerlo ocupado. Sin embargo, nada en esta vida podía distraerlo de anhelar la ciudad celestial que estaba adelante. Cada día, él anhelaba más y más estar cerca del mejor lugar, es decir, al lado del Señor.
La ciudad celestial por la cual Abrahán sentía anhelo no era un lugar literal. Más bien la ciudad celestial que Abrahán buscaba era, literalmente, era un lugar con el Padre.
¿QUE SIGNIFICA ESTO PARA NOSOTROS HOY EN DÍA?                                                       Movernos hacia esa ciudad celestial no es tan solo lograr el cielo alguno día en el futuro. Es anhelar experimentar diariamente la presencia del Padre ahora mismo.
El libro de Hebreos nos dice que los cuatro hombres que mencioné: ABEL, ENOC, NOÉ Y ABRAHÁN  murieron en fe (ver Hebreos 11). Cada uno de ellos estaba separado del espíritu del tiempo en que vivían. Y cada uno estaba buscando una ciudad diferente. El mundo simplemente no era su hogar.
Esto no significaba que ellos estaban esperando hasta llegar al cielo para disfrutar de cercanía con el Padre. Al contrario, como peregrinos pasando por esta vida, ellos continuamente buscaban la presencia de Dios. Nada en este mundo podía detenerlos de seguir adelante, buscando una identificación más profunda y cercana con el Padre.
ABEL, ENOC, NOÉ Y ABRAHÁN  decían: “Estamos buscando un lugar más cercano a nuestro Padre. Y ese lugar está más allá de lo que este mundo tiene para ofrecernos. Me agradan los dones que Dios me ha dado en mi familia. Nada en este mundo puede reemplazar el amor que tengo por Marjorie y nuestros hijos. Pero yo se que existe un amor más grande para ser experimentado con el Padre.”
Hebreos 11, habla de otros que su caminar de fe agrado al Señor. Por fe, estos siervos obraron grandes milagros e hicieron muchas cosas asombrosas. Al ver sus vidas, vea que ellos también compartieron un denominador común: ellos abandonaron este mundo.. y sus placeres para caminar más cerca con Dios.
¿Hermano, puedes hacer esto mismo? ¿Tu corazón anhela un caminar más cercano con el Señor? ¿Estás insatisfecho con las cosas de este mundo? O, ¿Está tu corazón atado a las cosas mundanas?
SIN INTIMIDAD, TU FE NO ES UNA FE VERDADERA A LOS OJOS DE DIOS.
Marcos 4 relata una historia con Jesús y sus discípulos en un barco, sacudidos por una tormenta en el mar. Cristo calma las olas con una sola orden. Después él se vuelve a sus discípulos y les pregunta, “¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40).   4:40 “Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
Era humano tener temor en una tormenta como esa. Pero Jesús no los reprendía por esa razón. Mas bien, el les estaba diciendo, “Después de todo este tiempo conmigo, aun no saben quién soy. ¿Cómo es posible que caminen conmigo por tanto tiempo, y que no me conozcan íntimamente?”
En realidad, los discípulos estaban sorprendidos por el extraordinario milagro que Jesús acababa de hacer. Las Escrituras dicen, “Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (4:41).
¿Hermanos pueden imaginase? Los mismos discípulos de Jesús no le conocían. Él había llamado personalmente a cada uno de estos hombres para que le siguieran. Y ellos habían predicado a su lado, a multitudes de gentes. Ellos habían hecho milagros de sanidad, y habían alimentado una multitud grande de gente hambrienta. Pero aun eran extraños acerca de quien realmente era su Maestro.
Lamentablemente en Ambato es lo mismo hoy. Muchos cristianos han viajado en el barco con Jesús, han ministrado a su lado, y han alcanzado a otros en su nombre. Pero realmente no conocen al Señor.          No han pasado un tiempo de intimidad con él. Nunca se han sentado y han guardado silencio en Su Presencia, nunca han abierto su corazón a él, y escuchando para comprender lo que él quiere decirles.
VEMOS OTRA ESCENA ACERCA DE LA FE DE LOS DISCÍPULOS EN LUCAS 17. Los discípulos fueron a Jesús, pidiendo, “¡Auméntanos la fe!” (Lucas 17:5).
Muchos cristianos hacen la misma pregunta en la actualidad: “¿Cómo puedo aumentar mi fe?” Pero no buscan al Señor por sí mismos por una respuesta. Al contrario, se apresuran asistiendo a seminarios que aseguran enseñarles a creyentes como aumentar su fe. O, compran un montón de libros que ofrecen diez pasos rápidos para aumentar la fe. O, viajan cientos de kilómetros por Sudamérica para escuchar conferencias acerca de la fe por evangelistas y maestros prominentes que les prometen “la unción”.
Te puedo decir sin lugar a dudas, que nunca aumentaras tu fe en estas formas. Si quieres que tu fe aumente, tienes que hacer lo mismo que Jesús les dijo a sus discípulos en este pasaje. ¿Cómo contestó él a su pedido por fe? “…vístete adecuadamente, y sírveme hasta que haya comido y bebido;…” (17:8).
Jesús estaba diciendo, en esencia, “Ponte tu vestidura de paciencia. Entonces ven a mi mesa y come conmigo. Quiero que me alimentes allí. Tú felizmente trabajas para mí todo el día. Ahora quiero que tengas comunión conmigo. Siéntate conmigo, abre tu corazón, y aprende de mí. Hay tantas cosas que deseo hablar a tu vida.”
No te conformes con más explicaciones teológicas de la fe. No busques más pasos para obtenerla. Vete a solas con Jesús, y permite que el comparte su corazón contigo. 
La fe verdadera nace en la habitación secreta de oración intima. Así que, ve a Jesús y aprende de él. Sí pasas tiempo de calidad en su presencia, seguro que la fe vendrá. Él hará nacer la fe en tu alma como nunca la conociste. Créemelo, cuando escuches su voz queda, la fe explotara dentro de ti.
AQUEL PAÍS CELESTIAL, LA CIUDAD CON CIMIENTOS, BUSCADA POR GENERACIONES ANTES DE NOSOTROS ES: EL LUGAR DONDE VIVIMOS AHORA.
Ese lugar, esa ciudad, está en Cristo por fe. El descanso que nuestros padres anhelaban se encuentra en él. Hoy hemos recibido la promesa que ellos tan solo podía ver y abrazar de lejos por fe.
Jesús dijo, “Vuestro padre Abrahán se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró.” (Juan 8:56). Abrahán vio el día cuando Cristo vendría a la tierra y construiría el cimiento que él imaginó. Y el patriarca se regocijo al saber que un pueblo bendecido viviría en ese día. Él sabía que ellos disfrutarían acceso ininterrumpido a una conversación celestial y comunión con Dios.
Hoy, muchos cristianos están perdiendo esta promesa por completo. Se apresuran de aquí para allá, tratando de trabajar una fe que “de resultados. Ellos nunca descansan plenamente en Cristo. ¿Por qué? Ellos simplemente no buscan del Señor, para pasar un tiempo callado a solas con él.
Si estas enamorado de alguien, quieres estar en la presencia de esa persona. Ambos quieren compartir el uno con el otro, abriendo sus corazones y siendo íntimos. Lo mismo es cierto de nuestra relación con Jesús. Si le amamos, debemos estar pensando constantemente, “Quiero estar contigo mi Señor. Quiero disfrutar en tu presencia. Así que me voy a acercar a tí, y voy a esperar en tu presencia hasta que sepa que tú estás satisfecho. Me quedare hasta que te escuche decir, “Vete ahora, y regocíjate en mi amor.”                                                                                                                                              
Me parece escuchar a Dios decir: “Por favor no se vayan todavía. Quédate conmigo. Son tan pocos los que tienen comunión conmigo, tan pocos los que me aman, tan pocos los que se quedan a escuchar mi corazón. Y yo tengo tanto que compartir.” Es casi un clamor, una súplica en su voz.                    
El Señor dice, “Déjame mostrarte donde encuentro tu fe. Es cuando vienes a mí. Es tu esperar por mí, ministrarme, hasta que escuchas y conoces mi corazón.”   “Tu fe esta en tu deseo creciente de venir a mi presencia. Es en tu expectativa a nuestro próximo tiempo junto. Es en ese sentido que has desarrollado, que estar a solas conmigo es el gozo de tu vida.”
“Ya no es pesado para ti acercarte a mí, ya no es una labor difícil. Ahora ansias ese tiempo todo el día. Tu sabes que cuando tus labores han terminado, vas a venir a mí, para alimentarme y tener comunión conmigo.”     Esto es fe verdadera.
(copiado)

sábado, 11 de febrero de 2012


Domingo, 26 de febrero de 2012;  15:00 - 20:00
  • Iglesia Bautista "Palabra Eterna", Ambato. 
  • Marcos Montalvo y Rodriguez Labandera (en toda la esquina) justo atrás del Mall de Los Andes.

    Imagine vivir en un lugar donde no tenga libertad para estudiar y discutir la Biblia abierta. Donde la fe en Cristo y la fe en las enseñanzas de la Biblia no son permitidas y extremadamente peligrosas. ¿Qué tan comprometido usted estaría con la Palabra de Dios en un lugar como ése? Sus creencias podrían amenazar su casa, su familia, incluso su vida. Para millones de creyentes en todo el mundo, este lugar imaginario es una realidad cotidiana. Ellos son nuestros hermanos y hermanas en Cristo, su fe es fuerte y verdadera y adoran al mismo Dios que nosotros adoramos. Su iglesia es una Iglesia Secreta, subterránea, oculta a los ojos de las autoridades terrenales. Pero están creciendo - a menudo floreciendo - pero están entre las personas que mataría a los creyentes de Jesucristo.
    Únase a nosotros para una noche de enseñanza y  honrar a nuestros hermanos y hermanas perseguidos.

    Seremos su voz...los vamos a honrar...seremos su...
    Iglesia Secreta

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    Imagine living in a place where you were not free

    to study and discuss the Bible openly. Where faith

    in Christ and belief in the teachings of the Bible

    were not only discouraged, but actually dangerous.

    How committed would you be to God's Word and

    ways in a place like this, where your beliefs could

    threaten your home, your family, even your life?


    For millions of believers around the world, this

    imaginary place is an everyday reality. They are our

    brothers and sisters in Christ, their faith is strong

    and true and they worship the same God that we

    do. Theirs is a secret church, underground, hidden

    from the eyes of earthly authorities. But they are

    growing--often thriving--among those who would

    kill followers of Jesus Christ if given the

    opportunity.

    Join us for a night of teaching and honoring our persecuted brothers and sisters.


    We will be their voices...we will honor them...we

    will be their...

    Secret Church



Te espero en la Marcos Montalvo y Rodríguez Labandera, toda la esquina.



paradaroberto@hotmail.com

miércoles, 18 de enero de 2012

Iglesia Bautista "Palabra Eterna"                                                                                                           Calle Marcos Montalvo Entre Av. Victor Hugo y Rodríguez Labandera AMBATO, EC.                                        ESTUDIO BÍBLICO  Jueves 19:30 hrs.  

A. DEFINICIÓN DE LA PLENITUD DEL ESPÍRITU SANTO
En contraste con la obra del Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el morar, el sellamiento y el bautismo, la plenitud del Espíritu se relaciona a la experiencia cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en relación a la salvación son de una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida y se menciona frecuentemente en la Biblia.
En una escala limitada, se puede observar la plenitud del Espíritu en ciertos individuos antes de Pentecostés (Ex. 28:3; 31:3; 35:31; Lc. 1:15, 41, 67; 4:1). Sin lugar a dudas, hay muchos otros ejemplos donde el Espíritu de Dios vino sobre individuos y los capacitó en poder para el servicio. En el total, sin embargo, unos pocos fueron llenos del Espíritu antes del día de Pentecostés, y la obra del Espíritu parece estar relacionada al soberano propósito de Dios de cumplir alguna obra especial en los individuos. No hay indicación de que la plenitud del Espíritu hubiera estado abierta a cada uno que rindiera su vida al Señor antes de Pentecostés.
Comenzando con el día de Pentecostés, amaneció una nueva edad en la cual el Espíritu Santo obraría en cada creyente. Entonces todos fueron hechos morada del Espíritu y podrían ser llenados si El encontraba las condiciones propicias. Esta conclusión está confirmada por numerosas ilustraciones en el Nuevo Testamento (Hch. 2:4; 4:8,31; 6:3,5; 7:55; 9:17; 11:24; 13:9, 52; Ef. 5:18).
La plenitud del Espíritu puede definirse como un estado espiritual donde el Espíritu Santo está cumpliendo todo lo que El vino a hacer en el corazón y vida del creyente individual. No es un asunto de adquirir más del Espíritu, sino más bien que el Espíritu de Dios vaya tomando posesión del individuo. En lugar de ser una situación anormal y poco frecuente, como lo era antes de Pentecostés, el ser llenado por el Espíritu en la edad presente es normal, si bien no es lo usual, en la experiencia del cristiano. A cada cristiano se le ordena ser lleno del Espíritu (Ef. 5: 18), y el no estar llenos del Espíritu es estar en un estado de desobediencia parcial.
Hay una diferencia apreciable en el carácter y calidad en la vida diaria de los cristianos. Pocos pueden caracterizarse por estar llenos del Espíritu. Esta falta, sin embargo, no se debe a una falla de parte de Dios en su provisión, sino más bien es falla de la parte del individuo en apropiarse de esta provisión y permitir al Espíritu Santo llenar su vida. El estado de estar lleno del Espíritu debería de contrastarse con la madurez espiritual. Un cristiano nuevo quien haya sido salvo recientemente puede ser lleno con el Espíritu y manifestar el poder del Espíritu Santo en su vida. Sin embargo, la madurez viene sólo a través de experiencias espirituales, las cuales pueden extenderse toda una vida y abarcan un crecimiento en conocimiento, la continua experiencia de ser llenado con el Espíritu, y una madurez en juicio sobre cosas espirituales. Así como un niño recién nacido puede ser vehemente, de la misma manera un cristiano puede ser lleno con el Espíritu; pero, al igual que un recién nacido, sólo la vida y la experiencia pueden sacar a relucir las cualidades espirituales que pertenecen a la madurez. Este es el porqué de que numerosos pasajes de la Biblia hablen del crecimiento. El trigo crece hasta la cosecha (Mt. 13:30). Dios obra en su iglesia a través de hombres dotados con dones personales para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio y para edificar el cuerpo de Cristo de manera que los cristianos puedan crecer en la fe y en estatura espiritual (Ef. 4: 11-16). Pedro habla de los bebés espirituales, que necesitan la leche espiritual para crecer (1 P. 2:2), y exhorta «crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 P. 3:18).
Hay una relación obvia entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual, y un cristiano lleno del Espíritu madurará más rápidamente que uno que no lo está. La plenitud del Espíritu y la madurez espiritual como resultado son los dos factores más importantes en la ejecución de la voluntad de Dios en la vida de un cristiano y también en el propósito de Dios de crearle para buenas obras (Ef. 2:10).
Por consiguiente, la plenitud del Espíritu se cumple en cada creyente cuando él está completamente rendido al Espíritu Santo, el cual mora en él, resultando en una condición espiritual en la cual el Espíritu Santo controla y dota de poder al individuo. Mientras que puede haber varios grados en la manifestación de la plenitud del Espíritu y grados en el poder divino, el pensamiento central en la plenitud es que el Espíritu de Dios es capaz de operar en y a través del individuo sin obstáculo, cumpliendo la voluntad perfecta de Dios para aquella persona.
El concepto de la plenitud del Espíritu es sacado a luz en un número de referencias en el Nuevo Testamento. Es ilustrado preeminentemente en Jesucristo, quien, de acuerdo a Lucas 4:1, era continuamente «lleno del Espíritu Santo». Juan el Bautista tuvo la experiencia excepcional de ser llenado con el Espíritu desde que estaba en la matriz de su madre (Lc. 1:15), y ambos, su madre Elizabet y su padre Zacarías, fueron temporalmente llenos del Espíritu (Lc. 1:41, 67). Estos ejemplos están aún dentro del molde del Antiguo Testamento, en el cual la plenitud del Espíritu era una obra soberana de Dios que no estaba al alcance de cada individuo.
Comenzando con el día de Pentecostés, sin embargo toda la multitud fue llena con el Espíritu. En la Iglesia primitiva el Espíritu de Dios llenaba repetidamente a aquellos que buscaban la voluntad de Dios, como en el caso de Pedro (Hch. 4:8), el grupo de cristianos quienes oraban por valor y el poder de Dios (Hch. 4:31), y Pablo después de su conversión (Hch. 9:17). Algunos se caracterizan por estar en un continuo estado de plenitud del Espíritu, como se ilustra en los primeros diáconos (Hch. 6:3) y Esteban el mártir (Hch. 7:55) y Bernabé (Hch. 11:24). Pablo fue lleno con el Espíritu repetidas veces (Hch. 13:9), y así lo fueron otros discípulos (Hch. 13:52). En cada caso solamente los cristianos rendidos a Dios fueron llenados con el Espíritu.
A los creyentes del Antiguo Testamento nunca se les ordenaba ser llenados con el Espíritu, aunque en algunas ocasiones fueron amonestados, como Zorobabel, que la obra del Señor se cumple, «no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Zac. 4:6). En la era presente a cada cristiano se le ordena ser llenado con el Espíritu, como en Efesios 5:18: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.» El ser llenados con el Espíritu, así como el recibir la salvación por fe, no se cumple, sin embargo, por esfuerzo humano, más bien es por permitir a Dios que cumpla su obra en la vida del individuo. En la Escritura está claro que un cristiano puede ser genuinamente salvo sin ser llenado con el Espíritu, y, por lo tanto, la plenitud del Espíritu no es una parte de la salvación misma. La plenitud del Espíritu también puede ser contrastada con la obra hecha de una vez y para siempre que es cumplida en el creyente cuando éste es salvo. La plenitud del Espíritu, si bien puede ocurrir en el momento de la salvación, ocurre una y otra vez en la vida de un cristiano consagrado, y debería ser una experiencia normal de que los cristianos tuviesen esta constante plenitud del Espíritu.
El hecho de que la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida, se hace notorio en el tiempo presente del mandamiento en Efesios 5:18: «sed llenos del Espíritu». Traducido literalmente es «manteneos siendo llenados por el Espíritu». En el texto se compara con un estado de intoxicación en el cual el vino afecta al cuerpo entero, incluyendo a la actividad mental y a la actividad física del cuerpo. La plenitud del Espíritu no es, por lo tanto, una experiencia que sucede una vez y para siempre. No está correcto llamarla una segunda obra de gracia, puesto que ocurre una y otra vez. Indudablemente, la experiencia de ser llenado con el Espíritu por primera vez es muy fuerte en la vida del cristiano y puede ser un hito que eleve la experiencia cristiana a un nuevo nivel. Sin embargo, el cristiano depende de Dios para la continua plenitud del Espíritu, y ningún cristiano puede vivir en el poder espiritual de ayer.
De la naturaleza de la plenitud del Espíritu puede concluirse que la amplia diferencia en la experiencia espiritual observada en cristianos y los varios grados de conformidad a la mente y voluntad de Dios pueden ser atribuidos a la presencia o ausencia de la plenitud del Espíritu. El que desea hacer la voluntad de Dios debe, por consiguiente, entrar por completo en el privilegio que Dios le ha dado al ser morada del Espíritu y tener la capacidad de rendir completamente su vida al Espíritu de Dios.
B. CONDICIONES PARA LA PLENITUD DEL ESPÍRITU
Frecuentemente se han señalado tres sencillos mandamientos como la condición para ser llenados con el Espíritu. En 1 Tesalonicenses 5: 19 se da el mandamiento: «No apaguéis al Espíritu.» En Efesios 4:30 se instruye a los cristianos: «y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.» Un tercero, como instrucción más positiva, se da en Gálatas 5:16: «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.» Aunque otros pasajes arrojan luz sobre estas básicas condiciones para ser llenados con el Espíritu, estos tres pasajes resumen la idea principal.
1. El mandamiento de «no apaguéis el Espíritu», en 1 Tesalonicenses 5: 19, aunque no se explique en su contexto, está usando en forma obvia La figura del fuego como un símbolo del Espíritu Santo. En la forma en que se hace mención de apagar el fuego en Mateo 12: 20 y Hebreos 11: 34 se ilustra lo que se quiere decir.
De acuerdo a Efesios 6:16, «el escudo de la fe» es capaz de «apagar los dardos de fuego del maligno». Por consiguiente, apagar el Espíritu es ahogar o reprimir al Espíritu y no permitirle que cumpla su obra en el creyente. Puede definirse simplemente como el decir «No», o de no tener la voluntad de dejar al Espíritu conducirse a su manera.
El pecado original de Satanás fue la rebelión contra Dios (Is. 14:14), y cuando un creyente dice «yo quiero» en lugar de decir como Cristo dijo en Getsemaní: «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 22:42), entonces está apagando al Espíritu.
Para que pueda experimentar se la plenitud del Espíritu es necesario para un cristiano que rinda su vida al Señor. Cristo observó que un hombre no puede servir a dos señores (Mt. 6:24), y a los cristianos se les exhorta constantemente a que se rindan a sí mismos a Dios. Al hablar de la rendición a la voluntad de Dios en la vida de un cristiano, Pablo escribió en Romanos 6: 13: «Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.» Aquí se declara claramente la opción ante cada cristiano: él puede rendirse a sí mismo tanto a Dios como al pecado.
Un pasaje similar se encuentra en Romanos 12:1-2. Al presentar la obra de salvación y santificación en la vida del creyente, Pablo encarece a los romanos: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» En ambos pasajes Romanos 6:13 y 12:1 se usa la misma palabra griega. El tiempo del verbo está en aoristo, lo cual significa «rendirse a Dios de una vez y para siempre». De acuerdo a esto, la experiencia de ser llenado con el Espíritu sólo puede ser llevada a cabo cuando un cristiano toma el paso inicial de presentar su cuerpo en sacrificio vivo. El cristiano ha sido preparado para esto por medio de la salvación, lo cual hace al sacrificio santo y aceptable delante de Dios. Es razonable de parte de Dios esperar esto habiendo muerto Cristo por este individuo.
Al presentar su cuerpo, el cristiano debe enfrentar el hecho de que no debe de conformarse exteriormente al mundo, sino que interiormente debe de ser transformado por el Espíritu Santo con el resultado de que su mente sea renovada para reconocer los valores espirituales
El es capaz de distinguir lo que no es la voluntad de Dios, de lo que es la «buena, agradable y perfecta voluntad de Dios» (Ro. 12: 2).
La rendición no se hace en referencia a algún punto en particular, sino que más bien discierne la voluntad de Dios para la vida en cada asunto particular. Es, por lo tanto, una actitud de estar deseoso de hacer cualquier cosa que Dios quiera que el creyente haga. Es el hacer la voluntad final de Dios en su vida y estar dispuesto a hacer cualquier cosa cuando sea, donde sea y como Dios pueda dirigirla. El hecho de que la exhortación «no apaguéis el Espíritu» está en tiempo presente indica que ésta debería ser una experiencia continua iniciada por el acto de la rendición.
Un cristiano que desea estar continuamente rendido a Dios encuentra que esta rendición se relaciona con varios aspectos. Es, en primer lugar, una rendición a la Palabra de Dios en sus exhortaciones y su verdad. El Espíritu Santo es el supuesto Maestro, y a medida que va conociendo la verdad, un creyente debe rendirse a ésta a medida que la va comprendiendo. El rehusar someterse a la Palabra de Dios hace que la plenitud del Espíritu sea imposible.
La rendición también se relaciona con la guía. En muchos casos la Palabra de Dios no es explícita en cuanto a decisiones que un cristiano tiene que enfrentar. Aquí el creyente debe de ser guiado por los principios de la Palabra de Dios, y el Espíritu de Dios puede darle la guía sobre las bases de lo que la Escritura revela. De acuerdo a ello, la obediencia a la guía del Espíritu es necesaria para la plenitud del Espíritu (Ro. 8:14). En algunos casos el Espíritu puede ordenar a un cristiano que haga algo y en otras ocasiones puede prohibirle que siga el curso de una acción. Una ilustración es la experiencia de Pablo, quien fue impedido de predicar el evangelio en Asia y Bitinia en las primeras etapas de su ministerio y más tarde se le instruyó que fuera a estas mismas áreas a predicar (Hch. 16:6-7; 19:10). La plenitud del Espíritu incluye el seguir la guía del Señor.
Un cristiano también debe de estar rendido a los hechos providenciales de Dios, los cuales a menudo acarrean situaciones o experiencias que no son deseadas por el individuo. De acuerdo a ello, un creyente debe de entender lo que es ser sumiso a la voluntad de Dios aun cuando ello implique el sufrimiento y sendas que en sí mismas no son placenteras.
La suprema ilustración de lo que significa ser llenado con el Espíritu y rendido a Dios es el Señor Jesucristo mismo. En Filipenses 2:5-11 se revela que Jesús, al venir a la tierra y morir por los pecados del mundo, estaba deseando ser lo que Dios había escogido, deseando ir donde Dios había es- cogido y deseando hacer lo que Dios había escogido.
Un creyente que desea ser llenado con el Espíritu debe tener una actitud similar en cuanto a rendición y obediencia.
2. En conexión con la plenitud del Espíritu, se le exhorta también a «no contristar al Espíritu»(Ef. 4:30). Aquí se presume que el pecado ha entrado en la vida de un cristiano y como un hecho de su experiencia ha sobrevenido la falta de rendición. Para poder entrar en un estado en el que pueda ser llenado con el Espíritu, o para volver a tal estado, se le exhorta a que no continúe en su pecado, el cual contrista al Espíritu Santo. Cuando en el creyente el Espíritu de Dios es contristado, la comunión, guía, instrucción y poder del Espíritu son estorbados; el Espíritu Santo, aunque está morando, no está libre para cumplir su obra en la vida del creyente.
La experiencia de la plenitud del Espíritu puede ser afectada por las condiciones físicas. Un cristiano que físicamente está cansado, hambriento o enfermo puede no experimentar el gozo normal y la paz, los cuales son frutos del Espíritu. El mismo apóstol que exhorta a ser llenados con el Espíritu confiesa en 2 Corintios 1: 8-9 que ellos estuvieron «abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida». De acuerdo a ello, aun un cristiano lleno con el Espíritu puede experimentar algún trastorno interior. Sin embargo, cuanto más grande sea la necesidad en las circunstancias del creyente, mayor es la necesidad de la plenitud del Espíritu y la rendición a la voluntad de Dios para que el poder del Espíritu pueda ser manifestado en la vida individual. Cuando un cristiano toma conciencia del hecho de que ha contristado al Espíritu Santo, el remedio está en cesar de contristar al Espíritu, como se expresa en Efesios 4:30 traducido literalmente. Esto puede cumplirse obedeciendo 1 Juan 1:9, donde se instruye al hijo de Dios: «Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.» Este pasaje se refiere a un hijo de Dios que ha pecado contra su Padre Celestial. La vía de restauración está abierta porque la muerte de Cristo es suficiente, para todos sus pecados (1 Juan 2:1-2).
Así, la manera de volver a la comunión con Dios para un, creyente es confesar sus pecados a Dios, reconociendo nuevamente las bases para el perdón en la muerte de Cristo y deseando la restauración a una comunión íntima con Dios el Padre, así como también con el Espíritu Santo. No es un es un asunto de justicia en una corte legal, sino más bien una relación." restaurada entre padre e hijo que se había descarriado. El pasaje asegura que Dios es fiel y justo para perdonar el pecado y quitarlo como una barrera que se interpone en la comunión cuando un cristiano confiesa sinceramente su iniquidad a Dios. Mientras que en algunas situaciones la confesión del pecado puede requerir que se vaya a los individuos que han sido ofendidos y corregir las dificultades, la idea principal es establecer una nueva relación íntima con Dios mismo. Confesando sus pecados, el cristiano debe de estar seguro de que del lado divino el perdón es inmediato. Cristo, como el intercesor del creyente y como el que murió en la cruz, ha hecho ya todos los ajustes necesarios del lado celestial. La restauración a la comunión está sujeta, por lo tanto, sólo a la actitud humana de confesión y rendición. La Biblia también advierte al creyente contra los serios resultados de estar contristando continuamente al Espíritu. Esto, a veces, resulta en el castigo de Dios para con el creyente con el propósito de restaurarle, como se menciona en Hebreos 12:5-6. Al cristiano se le advierte que, si él no se juzga a sí mismo, Dios necesitará intervenir con la disciplina divina (1 Co. 11:31-32). En cualquier caso, hay una pérdida inmediata cuando un cristiano está caminando fuera de la comunión con Dios, y existe el constante peligro del juicio severo de Dios como un padre fiel que trata con su, hijo errado.
3. El andar en el Espíritu es un mandamiento positivo, en contraste a los mandamientos previos, los cuales son negativos. Caminar en el Espíritu (Gá. 5:16) es un mandamiento para apropiarse del poder y la bendición que es provista por el Espíritu que mora en el creyente. El andar en el Espíritu es un mandamiento en el tiempo presente, esto es, un cristiano debe de mantenerse andando por medio del Espíritu.
El nivel cristiano de la vida espiritual es alto, y él no es capaz de cumplir la voluntad de Dios aparte del poder de Dios. De acuerdo a ello, la provisión del Espíritu que mora hace posible para el cristiano el estar andando por medio del poder y la guía del Espíritu que vive en él.
El andar en el Espíritu es un acto de fe. Está dependiendo del Espíritu el hacer lo que sólo el Espíritu puede hacer. Las altas normas de la era presente -donde se nos ordena amar como Cristo ama (Jn. 13:34; 15:12) y donde se ordena que cada pensamiento sea traído a la obediencia en Cristo (2 Co. 10: 5)- son imposibles aparte del poder del Espíritu. De igual manera, las otras manifestaciones de vida espiritual -tales como el fruto del Espíritu (Gá. 5:22-23) y tales mandamientos como «estad siempre gozosos. Orad sin cesar» (1 Ts. 5: 16-17) y «dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Ts. 5:18)- son imposibles a menos que uno esté andando en el Espíritu.
Obtener una norma alta de vida espiritual es de lo más difícil porque el cristiano está viviendo en un mundo pecador y está bajo constante influencia maligna (Jn. 17:15; Ro. 12:2; 2 Co. 6:14; Gá. 6:14; 1 Jn. 2:15). De igual manera, el cristiano tiene oposición por el poder de Satanás y está comprometido en una lucha incesante con este enemigo de Dios (2 Co. 4:4; 11:14; Ef. 6:12).
Además del conflicto con el sistema mundial y con Satanás, el cristiano tiene un enemigo de dentro, su antigua naturaleza, la cual desea conducirle de vuelta a la vida de obediencia a la carne pecaminosa (Ro. 5:21; 6:6; 1 Co. 5:5; 2 Co. 7:1; 10:2-3; Gá. 5:16-24; 6:8; Ef. 2:3). Por estar la antigua naturaleza constantemente en guerra con la nueva naturaleza en el cristiano, sólo la continua dependencia en el Espíritu de Dios puede traer victoria. Así es que, aunque algunos han llegado a la conclusión errónea de que un cristiano puede alcanzar una perfección sin pecado, existe la necesidad de caminar constantemente en el Espíritu para que este poder pueda llevar a cabo la voluntad de Dios en la vida de un creyente. Al creyente le espera la perfección final del cuerpo y el espíritu en el cielo, pero la lucha espiritual continúa sin disminuir hasta la muerte o el traslado espiritual.
Todas estas verdades enfatizan la importancia de apropiarse del Espíritu andando en su poder y guía y dejando que el Espíritu tenga control y dirección de una vida cristiana.
C. LOS RESULTADOS DE LA PLENITUD DEL ESPÍRITU
Cuando uno está rendido a Dios y lleno con el Espíritu vienen imprevisibles resultados.
1. UN CRISTIANO QUE CAMINA EN EL PODER DEL ESPÍRITU EXPERIMENTA UNA SANTIFICACIÓN PROGRESIVA, UNA SANTIDAD DE VIDA EN LA CUAL EL FRUTO DEL ESPÍRITU (GÁ. 5:22-23) ESTÁ CUMPLIDO. Esta es la suprema manifestación del poder del Espíritu y es la preparación terrenal para el tiempo cuando el creyente,-en los cielos- será completamente transformado a la imagen de Cristo.
2. UNO DE LOS IMPORTANTES MINISTERIOS DEL ESPÍRITU ES EL DE ENSEÑAR AL CREYENTE LAS VERDADES ESPIRITUALES. Sólo mediante la guía e iluminación del Espíritu un creyente puede comprender la infinita verdad de la Palabra de Dios. Así como el Espíritu de Dios es necesario para revelar la verdad concerniente a la salvación (Jn. 16:7-11) antes de que una persona pueda ser salva, así el Espíritu de Dios guía también al cristiano a toda verdad (Jn. 16:12-14).
Las cosas profundas de Dios, verdades que sólo pueden ser comprendidas por un hombre enseñado por el Espíritu, son reveladas a uno que está andando por el Espíritu (1 Co. 2:9 - 3:2).
3. EL ESPÍRITU SANTO ES CAPAZ DE GUIAR A UN CRISTIANO Y APLICAR LAS VERDADES GENERALES DE LA PALABRA DE DIOS A LA SITUACIÓN PARTICULAR DEL CRISTIANO. Esto es lo que se expresa en Romanos 12: 2, demostrando «cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta». Como el siervo de Abraham, un cristiano puede experimentar la declaración «guiándome Jehová en el camino» (Gn. 24:27). Una guía tal es la experiencia normal de los cristianos que están en una relación correcta con el Espíritu de Dios (Ro. 8:14; Gá. 5:18).
4. LA SEGURIDAD DE LA SALVACIÓN ES OTRO RESULTADO IMPORTANTE DE LA COMUNIÓN CON EL ESPÍRITU. De acuerdo a Romanos 8:16, «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios» (cf. Gá. 4:6; 1 Jn. 3:24; 4:13). Es normal para un cristiano el tener la seguridad de su salvación, como lo 'es para un individuo el saber que está físicamente vivo.
5. TODA LA ADORACIÓN Y EL AMOR DE DIOS SON POSIBLES SOLAMENTE CUANDO UNO ESTÁ ANDANDO POR EL ESPÍRITU. En el contexto de la exhortación de Efesios 5: 18 los versículos siguientes describen la vida normal de adoración y comunión con Dios. Una persona fuera de la comunión no puede adorar verdaderamente a Dios aun cuando asista a los servicios de la iglesia en bellas catedrales y cumpla con el ritual de la adoración. La adoración es un asunto del corazón, y como Cristo le dijo a la mujer samaritana: «Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn. 4:24).
6. UNO DE LOS ASPECTOS MÁS IMPORTANTES DE LA VIDA DE UN CREYENTE ES SU ORACIÓN DE COMUNIÓN CON EL SEÑOR. Aquí nuevamente el Espíritu de Dios debe guiar y dirigir si la oración ha de ser inteligente. Aquí también debe de comprenderse la Palabra de Dios si la oración ha de ser de acuerdo a la Palabra de Dios: La verdadera alabanza y acción de gracias son imposibles aparte de la capacitación del Espíritu. Además de la oración del creyente mismo, Romanos 8:26 revela que el Espíritu intercede por el creyente. De acuerdo a ello, una vida de oración efectiva depende del andar en el Espíritu.
7. ADEMÁS DE TODAS LAS CUALIDADES YA MENCIONADAS, TODA LA VIDA DE SERVICIO DE UN CREYENTE Y EL EJERCICIO DE SUS DONES NATURALES Y ESPIRITUALES ESTÁN DEPENDIENDO DEL PODER DEL ESPÍRITU. Cristo se refirió a esto en Juan 7:38-39, donde Él describió la obra del Espíritu como un río de agua viva fluyendo del corazón del hombre. De acuerdo a esto, un cristiano puede tener grandes dones espirituales y no usarlos por no estar andando en el poder del Espíritu. En contraste, otros con relativamente pocos dones espirituales pueden ser usados grandemente por Dios porque están andando en el poder del Espíritu. La enseñanza de la Escritura sobre la plenitud del Espíritu es, por lo tanto, una de las líneas de verdad más importantes que un cristiano debe comprender, aplicar y apropiarse de ella.


Tomado de Grandes Temas Bíblicos Lewis Sperry Chafer