sábado, 25 de febrero de 2012



TODA FE VERDADERA NACE DE INTIMIDAD CON CRISTO.
Iglesia Bautista "Palabra Eterna" Ambato - Ecuador.   Pst. Roberto Parada R.
En efecto, si tu fe no sale de tu intimidad con Cristo, no es fe a los ojos de Dios.
Tema: “TU FE VERDADERA, DEBE NACER  DE TU INTIMIDAD QUE TENGAS CON CRISTO.  MENOS QUE ESO NO ES FE”                                                                                Texto: Lucas 18:8   El Señor Jesús dice en Lucas 18:8: “….Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” ¿Que dijo Jesús con esto? Mientras observo la iglesia de Jesucristo hoy en día, pienso que ninguna otra generación ha estado tan centrada en la fe como la nuestra.  En todas partes la gente habla de fe. En Predicaciones. Aquí en Ecuador se promueven conferencias acerca de la fe. Libros sobre el tema, muchos cristianos son entusiasmados por un mensaje acerca de la fe.
Hoy, existen, como nunca antes en la historia, efervescencia de predicaciones sobre fe, instrucción de fe, movimientos de fe, hasta iglesias de fe. Existe un tipo de especialización sobre el asunto de la fe. Sin embargo, lo que la mayoría de las personas consideran como fe. Es una fe corrompida.
Hoy, se ha humanizado totalmente  el tema de la fe. Se describe la fe como si tan solo existiera para ganancia personal. He escuchado a algunos pastores decir, “La fe no es acerca de pedirle a Dios lo que necesitas. Es acerca de pedirle lo que sueñas. Si lo puedes soñar, lo puedes tener.”  La fe que estos hombres predican está atada a la tierra, arraigado en este mundo, es una fe materialista.   Oran, más o menos así, “Señor, bendíceme, prospérame, dame.” No considera las necesidades de un mundo perdido. Esta clase de fe no es la que Dios está deseando de nosotros.
Hay una doctrina de fe equivocada hoy en día. Esta doctrina afirma que los creyentes más santos son aquellos que han “trabajado su fe” para obtener una vida cómoda para sí mismos. Según esta doctrina, las personas que debemos imitar son aquellas personas que prosperan económicamente.  ESTO ES UNA HEREJÍA ABSOLUTA.  Eso simplemente no es el evangelio de Jesucristo.
“…NO OBSTANTE, CUANDO VENGA EL HIJO DEL HOMBRE, ¿ENCONTRARÁ FE EN LA TIERRA?” (Lucas 18:8).
El mensaje de hoy no es acerca de predicadores de la prosperidad. Es acerca de aquellos que aman a Jesús, y quieren vivir por fe en una forma que le agrada a Dios. Y es este: toda fe verdadera nace de intimidad con Cristo. En efecto, si tu fe no sale de esa intimidad, no es fe a los ojos de Dios.
Hebreos 11 habla de un patrón Bíblico de intimidad.
Cuando Ud. lee Heb. 11, encuentra algo en común en las vidas de las personas que se mencionan allí. Cada uno tenía la característica particular de la fe que Dios ama. La fe de ellos nace de una intimidad profunda con el Señor Jesucristo.
Es imposible tener una fe que agrada a Dios sin tener intimidad con él. ¿Que quiero decir con intimidad? Estoy hablando de una cercanía al Señor. Esta clase de intimidad es un vínculo personal, una comunión. Viene cuando deseamos al Señor más que cualquier otra cosa en esta vida.
Miremos tan solo Cuatro ejemplos de siervos llenos de fe que caminaron cerca de Dios, en Hebreos 11:
1. Nuestro primer ejemplo es Abel,  Hebreos 11:4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella” Abel tuvo que construir un altar al Señor, en el lugar donde hacia sus sacrificios. Abel no ofrecía tan solo corderos sin mancha para el sacrificio, sino que también la grosura de esos corderos. La Biblia dicen: (Gen. 4:4). “Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas.                                              Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 
Pongamos atención a lo que significa la grosura aquí,  Levítico dice lo siguiente, “Y el sacerdote hará arder esto sobre el altar; vianda es de ofrenda que se quema en olor grato a Jehová; toda la grosura es de Jehová. (Lev. 3:16). En resumen, la grosura en comida para Dios.
La grosura era la parte del sacrificio que hacia ascender un aroma dulce. Esta parte del animal se encendía rápidamente y era consumido, trayendo un aroma dulce. El Señor dijo acerca de la grosura, “Éste será un estatuto perpetuo para los descendientes de ustedes, dondequiera que habiten: No se comerán la grasa ni la sangre.” (3:17). La grosura es del Señor.
“Es una comida, una ofrenda presentada por fuego de aroma grato. Toda la grasa pertenece al Señor.” (Levítico 3:16).
Aquí la grosura es como un tipo de oración o comunión que es aceptable a Dios. Representa nuestro ministerio al Señor en la habitación secreta de oración. Y el Señor mismo dice que tal adoración íntima sube a él como un aroma de dulce sabor.
La primera vez que la Biblia trata de este tipo de adoración en la Biblia es con referencia a Abel. Abel permitió que el sacrificio y la grosura fueran consumidos en el altar del Señor. Él esperó en la presencia de Dios hasta que su sacrificio subió al cielo.  Por esta razón Abel aparece en la lista de la sala de la fe en Hebreos 11.                                                                                                                                                                           Abel es el tipo de siervo que está en comunión con el Señor, ofreciéndole a él lo mejor que tiene.  Heb. dice que, el ejemplo de Abel vive hoy como testimonio de una fe viviente y verdadera: “…estando muerto, todavía habla.” (Hebreos 11:4). “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”.
¿De que manera obtuvo Abel esta fe? Abel escucho a sus padres Adán y Eva hablar de sus primeros días en el jardín con el Señor. Sin duda, ellos hablaban de sus tiempos de comunión maravillosa con Dios.
Abel escuchaba estas historias. Probablemente, pensó, “Que maravilloso debió ser. Mi padre y mi madre tuvieron una relación viva con el Creador mismo.”
Mientras Abel les escuchaba, quizás tomo una decisión en su corazón: No viviría de la historia de sus padres. No se podía conformar con una tradición. Necesitaba tener su propia experiencia con Dios.
No quería escuchar acerca de experiencias pasadas con el Señor. Quería conocerlo por sí mismo. Queria una relación con él, tener compañerismo y comunión con él.
Esta es la misma clase de “grosura” que debemos ofrecerle a Dios hoy. Como Abel, debemos darle lo mejor de nuestro tiempo al Señor Jesús, en nuestro tiempo de oración a solas con El. Debemos pasar suficiente tiempo en su presencia, permitiéndole que consuma nuestras ofrendas de adoración y compañerismo íntimo.
Comparemos la ofrenda de Abel con la de su hermano, Caín. Caín le llevó fruta al Señor, una ofrenda que no requería un altar. No hubo grosura, ni aceite, nada para ser consumido. Como resultado, no hubo aroma que subiera al cielo. En otras palabras, no hubo intimidad, ningún intercambio personal entre Caín y el Señor. Caín llevó un sacrificio que no requería que el se quedara en la presencia de Dios, buscando su compañerismo. Por esta razón las escrituras dicen que la ofrenda de Abel fue, “más excelente” que la de Caín.
Ahora bien, pero no se equivoque: Dios honró el sacrificio que Caín le llevo. Pero el Señor mira el corazón, y él sabía que Caín no anhelaba estar en su presencia. Eso estaba claro por el sacrificio que Caín escogió para ofrecerle.
Caín representa a muchos cristianos en la actualidad. Creyentes que van a la iglesia cada semana, adorando a Dios y pidiéndole que les bendiga y prospere, que Dios les conteste sus oraciones,  Pero ellos no tienen deseos por intimidad con el Señor, no desean una relación personal con él. No buscan su rostro, su cercanía, ni añoran su comunión. Como Caín, no tienen deseos de quedarse en su presencia.
En cambio, el siervo intimo y fiel busca el toque de Dios en su vida. Como Abel, no se conformara con menos. Se dice a sí mismo, “He determinado darle al Señor todo el tiempo que él requiera de mí en compañerismo. Ansío escuchar su voz hablándome. Así que me voy a quedar en su presencia hasta que él me diga que está satisfecho.”
2. ENOC también tuvo compañerismo con el Señor. Su comunión con Dios fue tan intima, que le trasladó a la gloria mucho antes que su vida terminado en la tierra.  (Hebreos 11:5).”Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios”.
¿Por que el Señor escogió llevarse a Enoc? El inicio del versículo dicen porque: fue a causa de su fe. Además, la frase final dice que la fe de Enoc agradó a Dios.  Enoc tuvo comunión cercana con el Señor más que cualquier ser humano. Y este compañerismo íntimo era agradable a Dios.
La Biblia dice que Enoc comenzó a caminar con el Señor después que engendro a su hijo, Matusalén. Enoc tenía sesenta y cinco años en ese tiempo. Enoc, entonces pasó los próximos 300 años compartiendo con Dios íntimamente. Hebreos aclara que Enoc estaba tan en contacto con el Padre, tan cerca de él durante horas de comunión, que Dios decidió llevarlo a casa con él. El Señor le dijo a Enoc: “Para mas intimidad contigo, tengo que traerte a mi lado.” Así que Dios se lo llevo al cielo.
Según la Biblia, la intimidad de Enoc agrado a Dios. Nosotros sabemos que este hombre nunca hizo un milagro, nunca escribió una teología profunda, y nunca hizo grandes obras dignas de ser mencionadas en la Biblia. Leemos esta simple descripción de la vida de este fiel hombre: “ENOC CAMINÓ CON DIOS.” Enoc tuvo comunión intima con el Padre. Y su vida es aun otro testimonio de lo que significa caminar verdaderamente en fe.
3. Otro ejemplo: NOE caminó en fe, cercano con Dios. Hebreos 11:7 dice: “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe”. 
Génesis 6:8, dice que: “Más Noé halló gracia ante los ojos del Señor.” (Gen. 6:8). El próximo verso nos dice como él encontró gracia: “…Noé andaba con Dios” (6:9). Noe conocía la voz de Dios. Cada vez que el Señor le hablaba, él obedecía. Una y otra vez leemos, “Entonces Dios dijo a Noé…” y “…Noé hizo conforme a todo lo que el Señor le había mandado.” (Ver 6:13, 22; v13: “Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. Y el v. 22 dice: “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.7:1, 5;  7:1 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. 7:5 “E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová”.  8:15, 18 8:15 “Entonces habló Dios a Noé, diciendo:
8:18 “Entonces salió Noé, y sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos con él”. 
Imagínese el tiempo que Noé pasaba a solas con Dios. Él tenía que recibir instrucciones detalladas del Señor acerca de cómo construir el arca. Sin embargo, la intimidad de Noé con Dios fue más allá.  Las Escrituras dicen que el Señor compartió su corazón con Noé, le mostró la maldad de los corazones humanos. Y él le reveló sus planes a Noé para el futuro de la humanidad.
4. ABRAHÁN TAMBIÉN COMPARTIÓ UN COMPAÑERISMO ÍNTIMO CON EL SEÑOR.    
Dios mismo describió su relación con este hombre: “…Abrahán, mi amigo” (Is. 41:8). De igual manera, el Nuevo Testamento nos dice, “Creyó Abraham a Dios…” “…y fue llamado amigo de Dios.” (Stgo. 2:23).  Que increíble y hermoso elogio, ser llamado el amigo de Dios. El Creador del universo llamó a un hombre su amigo, esto sucedió con Abrahán. Esto demuestra la gran intimidad de Abraham este con Dios.                                              
El resultado de la intimidad con Dios no es tan Solo un afecto por el Señor,
Sino que también una creciente Separación de este mundo.
 Esto significa que mientras más cerca estemos de Cristo, más grande será nuestro deseo de vivir totalmente en su presencia. Además, comenzamos a ver más claramente que Jesús es nuestro único y verdadero fundamento.
La Biblia nos dice de Abrahám, “porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” (Hebreos 11:10). Para Abrahám, nada en esta vida era permanente. Las Escrituras dicen que el mundo era “un lugar extraño” para él. No era un lugar donde echar raíces.
Abrahán no era un místico con aires de santidad y que vivía en una nube. Abraham vivió una vida sencilla, involucrado en los asuntos del mundo, él era dueño de miles de cabezas de ganado. Tenía suficientes sirvientes como para formar un pequeño ejército. Abrahán fue un hombre muy ocupado, dirigía a sus sirvientes y compraba y vendía ganado, ovejas y chivos.
 A pesar de sus muchos asuntos de negocios y responsabilidades, Abrahán encontraba tiempo para tener intimidad con el Señor. Y por eso, estaba cada vez más insatisfecho con este mundo. Abrahán era rico, prospero, con suficientes cosas buenas para mantenerlo ocupado. Sin embargo, nada en esta vida podía distraerlo de anhelar la ciudad celestial que estaba adelante. Cada día, él anhelaba más y más estar cerca del mejor lugar, es decir, al lado del Señor.
La ciudad celestial por la cual Abrahán sentía anhelo no era un lugar literal. Más bien la ciudad celestial que Abrahán buscaba era, literalmente, era un lugar con el Padre.
¿QUE SIGNIFICA ESTO PARA NOSOTROS HOY EN DÍA?                                                       Movernos hacia esa ciudad celestial no es tan solo lograr el cielo alguno día en el futuro. Es anhelar experimentar diariamente la presencia del Padre ahora mismo.
El libro de Hebreos nos dice que los cuatro hombres que mencioné: ABEL, ENOC, NOÉ Y ABRAHÁN  murieron en fe (ver Hebreos 11). Cada uno de ellos estaba separado del espíritu del tiempo en que vivían. Y cada uno estaba buscando una ciudad diferente. El mundo simplemente no era su hogar.
Esto no significaba que ellos estaban esperando hasta llegar al cielo para disfrutar de cercanía con el Padre. Al contrario, como peregrinos pasando por esta vida, ellos continuamente buscaban la presencia de Dios. Nada en este mundo podía detenerlos de seguir adelante, buscando una identificación más profunda y cercana con el Padre.
ABEL, ENOC, NOÉ Y ABRAHÁN  decían: “Estamos buscando un lugar más cercano a nuestro Padre. Y ese lugar está más allá de lo que este mundo tiene para ofrecernos. Me agradan los dones que Dios me ha dado en mi familia. Nada en este mundo puede reemplazar el amor que tengo por Marjorie y nuestros hijos. Pero yo se que existe un amor más grande para ser experimentado con el Padre.”
Hebreos 11, habla de otros que su caminar de fe agrado al Señor. Por fe, estos siervos obraron grandes milagros e hicieron muchas cosas asombrosas. Al ver sus vidas, vea que ellos también compartieron un denominador común: ellos abandonaron este mundo.. y sus placeres para caminar más cerca con Dios.
¿Hermano, puedes hacer esto mismo? ¿Tu corazón anhela un caminar más cercano con el Señor? ¿Estás insatisfecho con las cosas de este mundo? O, ¿Está tu corazón atado a las cosas mundanas?
SIN INTIMIDAD, TU FE NO ES UNA FE VERDADERA A LOS OJOS DE DIOS.
Marcos 4 relata una historia con Jesús y sus discípulos en un barco, sacudidos por una tormenta en el mar. Cristo calma las olas con una sola orden. Después él se vuelve a sus discípulos y les pregunta, “¿Cómo no tenéis fe?” (Marcos 4:40).   4:40 “Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
Era humano tener temor en una tormenta como esa. Pero Jesús no los reprendía por esa razón. Mas bien, el les estaba diciendo, “Después de todo este tiempo conmigo, aun no saben quién soy. ¿Cómo es posible que caminen conmigo por tanto tiempo, y que no me conozcan íntimamente?”
En realidad, los discípulos estaban sorprendidos por el extraordinario milagro que Jesús acababa de hacer. Las Escrituras dicen, “Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (4:41).
¿Hermanos pueden imaginase? Los mismos discípulos de Jesús no le conocían. Él había llamado personalmente a cada uno de estos hombres para que le siguieran. Y ellos habían predicado a su lado, a multitudes de gentes. Ellos habían hecho milagros de sanidad, y habían alimentado una multitud grande de gente hambrienta. Pero aun eran extraños acerca de quien realmente era su Maestro.
Lamentablemente en Ambato es lo mismo hoy. Muchos cristianos han viajado en el barco con Jesús, han ministrado a su lado, y han alcanzado a otros en su nombre. Pero realmente no conocen al Señor.          No han pasado un tiempo de intimidad con él. Nunca se han sentado y han guardado silencio en Su Presencia, nunca han abierto su corazón a él, y escuchando para comprender lo que él quiere decirles.
VEMOS OTRA ESCENA ACERCA DE LA FE DE LOS DISCÍPULOS EN LUCAS 17. Los discípulos fueron a Jesús, pidiendo, “¡Auméntanos la fe!” (Lucas 17:5).
Muchos cristianos hacen la misma pregunta en la actualidad: “¿Cómo puedo aumentar mi fe?” Pero no buscan al Señor por sí mismos por una respuesta. Al contrario, se apresuran asistiendo a seminarios que aseguran enseñarles a creyentes como aumentar su fe. O, compran un montón de libros que ofrecen diez pasos rápidos para aumentar la fe. O, viajan cientos de kilómetros por Sudamérica para escuchar conferencias acerca de la fe por evangelistas y maestros prominentes que les prometen “la unción”.
Te puedo decir sin lugar a dudas, que nunca aumentaras tu fe en estas formas. Si quieres que tu fe aumente, tienes que hacer lo mismo que Jesús les dijo a sus discípulos en este pasaje. ¿Cómo contestó él a su pedido por fe? “…vístete adecuadamente, y sírveme hasta que haya comido y bebido;…” (17:8).
Jesús estaba diciendo, en esencia, “Ponte tu vestidura de paciencia. Entonces ven a mi mesa y come conmigo. Quiero que me alimentes allí. Tú felizmente trabajas para mí todo el día. Ahora quiero que tengas comunión conmigo. Siéntate conmigo, abre tu corazón, y aprende de mí. Hay tantas cosas que deseo hablar a tu vida.”
No te conformes con más explicaciones teológicas de la fe. No busques más pasos para obtenerla. Vete a solas con Jesús, y permite que el comparte su corazón contigo. 
La fe verdadera nace en la habitación secreta de oración intima. Así que, ve a Jesús y aprende de él. Sí pasas tiempo de calidad en su presencia, seguro que la fe vendrá. Él hará nacer la fe en tu alma como nunca la conociste. Créemelo, cuando escuches su voz queda, la fe explotara dentro de ti.
AQUEL PAÍS CELESTIAL, LA CIUDAD CON CIMIENTOS, BUSCADA POR GENERACIONES ANTES DE NOSOTROS ES: EL LUGAR DONDE VIVIMOS AHORA.
Ese lugar, esa ciudad, está en Cristo por fe. El descanso que nuestros padres anhelaban se encuentra en él. Hoy hemos recibido la promesa que ellos tan solo podía ver y abrazar de lejos por fe.
Jesús dijo, “Vuestro padre Abrahán se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró.” (Juan 8:56). Abrahán vio el día cuando Cristo vendría a la tierra y construiría el cimiento que él imaginó. Y el patriarca se regocijo al saber que un pueblo bendecido viviría en ese día. Él sabía que ellos disfrutarían acceso ininterrumpido a una conversación celestial y comunión con Dios.
Hoy, muchos cristianos están perdiendo esta promesa por completo. Se apresuran de aquí para allá, tratando de trabajar una fe que “de resultados. Ellos nunca descansan plenamente en Cristo. ¿Por qué? Ellos simplemente no buscan del Señor, para pasar un tiempo callado a solas con él.
Si estas enamorado de alguien, quieres estar en la presencia de esa persona. Ambos quieren compartir el uno con el otro, abriendo sus corazones y siendo íntimos. Lo mismo es cierto de nuestra relación con Jesús. Si le amamos, debemos estar pensando constantemente, “Quiero estar contigo mi Señor. Quiero disfrutar en tu presencia. Así que me voy a acercar a tí, y voy a esperar en tu presencia hasta que sepa que tú estás satisfecho. Me quedare hasta que te escuche decir, “Vete ahora, y regocíjate en mi amor.”                                                                                                                                              
Me parece escuchar a Dios decir: “Por favor no se vayan todavía. Quédate conmigo. Son tan pocos los que tienen comunión conmigo, tan pocos los que me aman, tan pocos los que se quedan a escuchar mi corazón. Y yo tengo tanto que compartir.” Es casi un clamor, una súplica en su voz.                    
El Señor dice, “Déjame mostrarte donde encuentro tu fe. Es cuando vienes a mí. Es tu esperar por mí, ministrarme, hasta que escuchas y conoces mi corazón.”   “Tu fe esta en tu deseo creciente de venir a mi presencia. Es en tu expectativa a nuestro próximo tiempo junto. Es en ese sentido que has desarrollado, que estar a solas conmigo es el gozo de tu vida.”
“Ya no es pesado para ti acercarte a mí, ya no es una labor difícil. Ahora ansias ese tiempo todo el día. Tu sabes que cuando tus labores han terminado, vas a venir a mí, para alimentarme y tener comunión conmigo.”     Esto es fe verdadera.
(copiado)

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